¿Cuántas veces te encontraste tan excedido entre todas tus obligaciones que tu cuerpo te obligó a parar?
Acabás con migrañas, fiebre, dolores de panza, anginas o lo que a tu cuerpo se le ocurra la mejor manera de frenarte.
Y el que avisa no traiciona, viste cómo es:
Intentó avisarte todo este tiempo: con pequeños dolores, síntomas de cansancio y estrés… Pero elegiste seguir hasta exprimir tu energía por completo.
Sí, a muchos nos ha pasado.
Ahora, pienso: ¿Cuál es esa necesidad que nos lleva a terminar por perjudicar nuestra salud física y mental? ¿Por qué dejamos de prestar atención a lo que nuestro cuerpo y nuestra mente nos piden?
Si estás atravesando un momento así, creo que es hora de escuchar algo: No te presiones tanto. Nada vale tanto la pena como para arriesgar tu salud.
Es cierto que muchas veces nos encontramos tratando de callar esa voz de nuestra cabeza que nos dice que no vamos a poder, que no vamos a llegar, que no lo vamos a lograr.
Y creo que es hora de dejar de enfrentarla y querer atacarla con todo (salud incluída). Abrazá a tus sombras, entendelas, combatilas desde ese lado: buscando la raíz, comprendiendo por qué están ahí y descubriendo, con el tiempo y trabajo de introspección, cómo dejarlas atrás.
Basta de pelear contra nosotros mismos.
Basta de destratos a nuestra salud.
Este año recién empieza y podés hacer un cambio gigante preservando SIEMPRE tu salud. ¡Empezá ahora!
Siempre vamos a tener tiempo de volver a probar lo que no salió, de emprender nuevos caminos, de seguir trabajando por nuestras metas. Pero, si no escuchamos a nuestro cuerpo y terminamos enfermándonos cada vez que queremos lograr algo, no vamos a llegar a ningún lado.
No podemos controlar cuándo vamos a estar bien o cuándo vamos a estar mal. Pero sí podemos controlar y ser responsables de nuestras decisiones: Decidí estar bien.
Ahora, la pregunta es: ¿Estás listo para darte el empujoncito que necesitás?